Ruido gravitacional. Y el frío que lo habita.

Diciembre, 2021

Un frío manto de soledad abrigó nuestras almas. Tanto tiempo abrigadas que terminaron heladas. Y ahora somos cuerpos sin alma, porque todo cuanto de humanos teníamos se ha extinguido, lo hemos matado, convirtiéndonos así en los concienzudos asesinos de nuestra propia existencia. Progreso, ¿qué es eso? Qué paradoja crear aquello que nos destruye, desear aquello que nos mata y matar aquello que nos da vida. Y en vez de seguir lo que nos ilumina, nos arrojamos a los brazos de la esclavitud divina. 

Intoxicados de aislamiento en un mundo interconectado (RUIDO) doliendo en soledad rodeados de gente (RUIDO); en la foto de perfil, la Mona Lisa, y los abrazos, sin sonrisa (RUIDO). ¿Son acaso mis emociones libres las que te incomodan o las tuyas cautivas las que te afligen? ¿Es mi espíritu humano el que repeles y tu cuerpo galvanizado al que asistes? Sociedad asocial, cómo has de humanizar tú a quienes deshumanizas (RUIDO) Y recuerda, divino tesoro, ocultar las arrugas de tu frente confusa, las promesas a tus oídos amargas y las oportunidades en tu pecho marchitas porque sólo divino tú eres cuando tu fuerza da alas a las mías viejas cortadas (RUIDO).

 Quédate tu frío manto, no lo quiero, prefiero morir en el silencio de mi templada alma que bajo tu negra capa, porque esa es la que convirtió nuestro último aliento de vida en un suspiro congelado y agrietado en el aire, un aliento contenido, escarchado y ahogado que se aferra a la luz del día en el cristal condensado por el sol naciente, mientras la pasión por la vida abraza a la esperanza por vivirla rechazando diluirse en el eterno transcurrir del luto del reloj.  Y en esa soledad invernal te digo, que sólo veo RUIDO.