Posponiendo la vida para otro segundo

Tengo que posponer mis sueños.

Sin querer le pedí permiso a la presidenta de mis pensamientos

y no atendió a emociones.

Ojalá un día exploten, mis sueños, y me emocionen por fin,

porque no quiero tener que pedirle tiempo al tiempo.

Y es que, los segundos están hoy de luto y no lo saben.

En realidad, con las prisas, ya nadie los recuerda.

Tampoco nadie les guarda respeto ni luto; 

sólo bajo amenaza de confinamiento vital.

Y entonces las emociones, las florecidas y las ennegrecidas, 

se pasean por el pasillo de la conciencia social. Lugar de paso.

Sólo serán unos segundos, hasta que su presencia se desvanezca otra vez

hasta el próximo 'nunca jamás'. 

Y volveremos a guardarles luto sólo cuando nos lloren al oído.

Al fin y al cabo somos tan sólo -desnaturalmente- animales.