Por suerte para mi, vivo en un paraíso terrenal, del cual me
encantaría hablaros pero no puedo.
No
puedo porque mis recuerdos de infancia transcurren en estos bosques
limpios, donde jugaba a hacer puertas mágicas en los troncos de los árboles
para que las ninfas pudieran salir a jugar conmigo... (ohh...que bucólico... miaus-miaus...)
No puedo hablaros de mi tierra porque cuando iba con mi familia a
nuestro parque natural favorito no existía el punto de información turística pero tampoco los turistas pidiéndome que me retirara del agua de la cascada para poder hacerse una fotico y que pareciese que no hay nadie y tal... (rollito Tailandia y sus "desérticas" playas al más puro Koh Phang Nga s
tyle... y sí, comparo mi tierra con Tailandia, soy una venida arriba) –pero ellos sin bañarse, claro, que es muy loco eso de meterse en el agüita salvaje de... ¡un río! ¿Te imaginas que te roce un helecho carnívoro? ¿O que te salte a la cara una trucha salvaje? buaaaaaa que miedito... - Pero total pá-qué meterte, con que parezcas aventurero llega.
No puedo hablaros de ningún lugar de mi
tierra porque nuestras calas inmaculadas han sido invadidas por una flota de
embarcaciones de recreo repletas de contaminación, ruido y desconsideración
humana. A veces, en medio de mi sesión de yoga mañanero en mi lugar secreto (y digo secreto porque no voy a difundir el lugar claro), me quedo mirando a mi alrededor y me veo a mi misma desde fuera rodeada de un montón de focas marinas jadeando (no hay doble sentido aquí) y con un bocadillo gráfico con interrogante saliendo de mi cabeza... Whats wrong with you, people?
No se si parece una estampa de buscando al Wally-Om-mani-padme-hum o una clásica de ‘El camarote de los hermanos Marx’.
Gente
y más gente, familias enteras sobreexcitadas con el agua (!) desmadrados en las
formas – y no hablo de niños, ejem- todos invadiendo
la playa como el que acostumbra a la lucha, confundiendo
el pacífico arenal con la costa levantina en Día D y a la gente que allí
coexiste en armonía con la naturaleza con competidores de lanzamiento de
sombrilla como el que lanza una bandera sobre su peñón. ¡Que sí, hombre, Gibraltar tó-pa-tí
No puedo compartir estos sitios porque oigo como lloran los ríos, los pinares, nuestras
benditas fragas, nuestro mar y nuestra montaña (que son de todos pero no todos
son del mar y de la montaña) por estar todos ellos adornados de plásticos, bolsas de doritos y latas. No puedo porque me llora el alma. En fin, pero mi turistofobia no tiene nada que ver con todo esto...
Ah, y un pequeño aviso para navegantes turistas expertos en experiencias en la naturaleza: Si viajáis por tierras del norte,
pongamos que a un Parque Natural y no veis papeleritas… no significa que nos
quedáramos sin presupuesto para ponerlas porque no da llegado el AVE y estamos a monte, es porque los deshechos humanos (no hablaba ahora de nadie en particular) se depositan
fuera del PN. Yess, después de beberte tu agua igual tienes que
caminar 3 horas con una botella vacía en la mochila, pero ¿pa qué vas al monte si no quieres caminar? Además, mira el lado bueno, ¡tu botella vacía te pesa menos en la mochila que llena! Si no te costó cargar tu bocata con papel Albal para ir, ¡imagínate de regreso, el Albal sin bocata, pfff, pan comido!- incluso si no vas nunca al gym-
Podría titular este post como hace el periódico ‘La voz de Galicia’
en su espacio digital: ‘Paraísos secretos de los gallegos’ (después de ese post ya ni paraíso, ni secreto, y de todos menos de gallegos) o ‘La Galicia desconocida’ (después de ese artículo claramente
ya no) o ‘mira que geolocalización natural más guapa para que más de medio
millón de lectores corran la voz y se parasite’. Pero claro, si un lugar –en
nuestro caso, espacios naturales- que son bonitos por ausencia de seres humanos
y sus derivados (pongamos que hablo de latas de cerveza, papel de aluminio o todo
lo que quepa en la neverita del fin de semana), lo difundes en un periódico de
tirada nacional, en sus respectivas vías digitales y se comienza a difundir por
Inter-Net (=RED Internacional), ¿qué
pasa?
Pues pasan unas cuantas cosiñas, veamos:
1. Que te meten en la Lonely Planet: Pero
caaaaaalma, esta guía es suuuuuuper alternativa –sólo para viajeros
independientes- así que casi nadie la compra o la conoce, solo una minoría de
viajeros muy naturistas y respetuosos todos con el medio ambiente –porque son todos veganos y no compran en Bangladesh...digo... ZARA- y van a comprarla a
establecimientos especializados tipo… El Corte Inglés. El que ahora para ir a trekkinear una tarde a unas islas
cercanas de mi tierra se tenga que solicitar con un mes de antelación el acceso y con tres para
poder acampar una noche, no tiene nada que ver con que salga descrito como uno
de los lugar más bellos y paradisíaco del mundo en la página 2 de esta guía tan
alternativa. Tá-tó-controlao. Si me queréis ¡irse!
2. ¡Que no geolocalices! Los lugares mágicos dejan de ser mágicos y sobre todo secretos. En ese afán por digitalizar nuestras experiencias y DIFUNDIRLAS A LOS CUATRO VIENTOS, se termina por corromper esos espacios naturales que un día nos parecieron espectacularmente bellos y los cuales nos aportaron algo al alma. En segundo lugar, es obvio
que al redactor de ’lugares mágicos de Galicia’ no le pagan por ir a darse un
baño a una cala desértica con vistas a la ría, ni a hacer trekking en un bosque
perdido para contarte la experiencia, o a unas Fragas a merendar. Es decir, esa persona sólo tiene que hacer un refrito de... redoble de tambores.....CHAN!, ¡las estupendas geolocalizaciones de millones de personas anónimas que las suben a la world wide web! (el significado de las www es meramente casual) Es decir, un par de búsquedas de blogs y redes, te lo empaquetan todo junto y en bonito (como lo de Telecinco con los videos de internet cuando se queda sin notis morbosas) para que parezca un experto en turismo quien te lo está recomendando y ala, catapultado hacia la gran masa (que a los blogueros
de andar por casa no nos lee ni Jesucristo SuperStar).
3. El reto anti-hashtag: Te animo a que pruebes a hacer un juramento con la naturaleza, anti-ego y sobre todo una practica anti-hashtag. Lo sé, es dificil, respira hondo, tú puedes ¿Estás list@? Ok, allá vamos: Abrázate a un árbol (el pino del retrovisor de tu coche no vale) y siéntelo, quiérelo… ¿qué digo quiérelo… ?, ¡ámalo! Y si te vienes arriba trepa hasta su copa y grita conmigo: ¡No publicaré digitalmente ni promocionaré verbalmente ningún rincón natural que me haya hecho sentir vivooo porque lo estaré matando! ¿A que te sientes mejor persona? Ahora escúpete en una mano y choca las cinco con una rama (ojo no te caigas, recuerda que con la otra te estás agarrando a la copa)
4. SelfieStupidity: El turismo virtual vs. el turismo experimental enturbia el
paisaje. Lo importante es parecer que vives algo,
no necesariamente vivirlo. Y las notificaciones de Instagram, Facebook y Twitter
en tu móvil te lo recuerdan cada día...
Esta revolución tecnológica ha venido
generando una verdadera enajenación del ser humano, que cada vez se aleja mas
del ser y se acerca más al parecer; es decir, satisfacción en la mera existencia
de indicios de que algo ES y que no necesariamente SEA. Ejemplo: Te gusta ir la
playa pero ahora te produce el mismo placer hacerte una foto en la puerta de
casa con tu sombrero de paja #MeVoyALaPlaya. Ergo, ¿para qué vas a ir a la playa? Ya luego te vuelves al
sofá que en la playa se suda y eso no es nada ‘It’. Todo esto tiene que ver al fin
y al cabo con el consumo masivo de imágenes sobre la vida privada ajena (te
habrás dado cuenta de que estas dos palabras juntas no pegan, ¿no?). Dicho de
otro modo, si hay un consumo de la vida de los demás es porque hay demanda (es
como el Sálvame, nadie reconoce verlo pero tiene un índice de audiencia macabro...)
La droga de los sucedáneos y el
ascendente consumo de imágenes ha derivado –entre otras cosas- en una muerte del turismo de experiencia
personal real en favor de la experiencia de ‘consumo ajeno virtual’.
A este de la foto no le dirías: ¿Pero qué c.... haces ahí mirando pal móvil, atontao? ...Anyway... La forma
en que se consume el tiempo libre ya no es libre, ni personal, ni propio ni
privado; está supeditado de un modo dramáticamente automático e inconsciente a
satisfacer la curiosidad ajena y aparentar por y para ‘el otro’. Tus vacaciones
ya no son tuyas, para ti, son para tus “amigos” de Facebook –que hemos de
recordar que en la vida real no son tus amigos…-. Las redes sociales son una
especie de gran McDonalds digital internacional donde se consumen ‘vidas basuras’
- vidas procesadas, retocadas, filtradas, enmascaradas, no reales- que se
consumen con aditivos en cualquier parte del mundo y a cualquier hora del día.
¿Finalidad?, presentar un ‘happy life’ en tu diario digital público. Una vez lo
pruebas, la fiebre del post y del share comienza, la dosis de adrenalina se
apodera de ti. Ésta se contrapone con una tremenda sensación de aislamiento si
no participas en la gran rueda de hamster, la gran red internacional de
“modelado de vidas”, ¿o son pseudo-vidas?
Lo importante no es hacer rappel, es robarle
el casco a uno que pagó el curso y marcarte un posado rapidito agarrándo al
monitor con su cara de WTF... Lo cool
no es interactuar con una tribu Kikuyo en Kenia, lo que cuenta es ¡subir una
foto como si te hubiesen proclamado el nuevo fucking jef@ de la tribu! Mientras los miembros celebran que no te han tenido que perseguir para cocinarte...
Porque tú imagínate que experimentases algo y no lo
compartieses, ¡nadie lo sabría! y si nadie lo sabe… Dios, que terror ¡¿es como
si nunca hubiera existido?! Pero, ¿qué hay más allá de las redes?, ¿hay vida?, ¿y
en Marte, hay vida?... ¿o no tienen Facebook?. ¿Somos marcianos?, ¿o los
marcianos son los que no tienen Instagram? Madre mía, estoy tremendamente
confusa. Mi neurona no da abasto, necesita una tumbona ya-ya-ya y una foto de
sus pies agotados en Twitter –mis neuronas tienen pies, qué pasa-.
adeus fontes,
ya nos veremos en Instagram
#NoTengo
MissLdB…
Rosalía de Castro. Cantares gallegos,
1863.
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